11 marzo 2007

Temps fugit...



….y corre que se las pela, otro fin de semana llega a su fin. Las semanas pasan en un suspirar y de repente me doy cuenta de cuantas cosas tengo por hacer, cosas banales, del diario cotidiano, que por pereza voy acumulando en la lista de pendientes y al final me toca hacer deprisa y corriendo aunque lo tenía planificado desde hacía mucho tiempo con el fin de que no se me echara el tiempo encima… con este pensamiento me he levantado esta mañana. “¡Qué agobio! Tranquila niña, mira el día que hace, sal a la calle y disfrútalo que lo que tenga que ser será” me he dicho a mi misma; me he puesto esta canción de Manu Chao, versión revitalizante de la famosa rumba de Los Chichos, y este domingo ha brillado más que un San Luis. Y como no quería que nada empañase mi luminosa mañana cuando he comprado El País he doblado la portada hacia dentro y hoy sólo he leido el semanal.


07 marzo 2007

Los Almendros de Medina Azahara

Por motivos de trabajo, que no de placer, he estado viajando por Murcia y Alicante. Mientras conducía (me gusta conducir aunque no tenga un BMW, ni falta que me hace) contemplaba los campos de almendros en flor, los almendros salvajes, nacidos al borde de la carretera, abriendo sus flores a este extraño invierno primaveral y recordé una de tantas leyendas sobre Abd al-Rahman III y su favorita Azahara para quien construyó la más hermosa medina.





Abd al-Rahman había traído a Azahara desde Granada, pronto se convirtió en su preferida y para demostrarle el amor que sentía por ella ordenó la construcción de una ciudad palatina; para ello contrató a los mejores arquitectos y artesanos, compró los materiales más preciados, maderas, mármoles, azulejos; mandó construir hermosos jardines con flores y plantas traídas desde todos los rincones del mundo, los pobló con hermosos pájaros y mandó que en ellos creciesen árboles de exóticos frutos. Telas y muebles, comprados a los mercaderes más prestigiosos, adornaban las estancias de la favorita Azahara, todo lo hizo el califa por su amor. Sin embargo Abd al-Rahman la sorprendía a menudo llorando y sus constantes regalos no conseguían su sonrisa. Le preguntó el motivo de su tristeza y qué debía hacer para contentarla, Azahara le respondió que a su tristeza el califa no podría ponerle remedio pues lloraba por no poder contemplar la nieve de Sierra Nevada, él le respondió “Yo haré que nieve para ti en Córdoba”. Inmediatamente mandó talar un bosque situado frente a la medina y replantarlo de almendros muy juntos unos de otros y cada primavera, cuando los almendros abrían su flor blanca, la nieve aparecía en Córdoba sólo para la favorita Azahara.