19 febrero 2012

A propósito de Radio Futura




Yo tenía 14 años cuando Radio Futura sacó su primer disco “Música moderna” . Por entonces estaba descubriendo muchas cosas; ya había dejado atrás los cuadernos de dibujo repletos de reproducciones de Heidi a los que dedicaba gran parte de mi tiempo; me negué a hacer la Confirmación porque acababa de declararme atea; arrinconé las versiones reducidas para adolescentes de los grandes clásicos de la literatura y me lancé a por la poesía de Hernández, Lorca, Neruda… Devoré libros como “La madre” de Gorky (a veces me planteo volver a leerlo pero casi prefiero quedarme con el recuerdo mítico de la adolescencia) o “Réquiem por un campesino español” de Sender, entre otros de parecido carácter. Por supuesto mucha música protesta, sobretodo la de estos que hoy se han convertido en regordetes yayos pequeñoburgueses, pero también la del incomparable Paco Ibáñez.
La carpeta del “insti” forrada con pegatinas “NO A LA OTAN”, “NUCLARES NO, GRACIAS”, “VIVA EL PCE”, la sempiterna imagen del Che reproduciendo la foto que le hizo Korda y en la solapa de mi cazadora tejana una estrella roja de cinco puntas junto a la lengua de los Rolling (mi otro grupo de toda la vida). Aprendía a fumar con un Ducados que casi me mata (en cuanto dominé el dudoso arte de aspirar el humo sin ahogarme me pasé al Fortuna) y descubrí los (asquerosos) cubatas de Larios con cola (a veces en la botella de ginebra parecía que ponía Lirios). En los locales de la antigua OJE el ayuntamiento montó una especie de discoteca/baile de pueblo donde pasábamos las tardes de los sábados bailando los últimos éxitos de la música pop: “super, superman….” y cosas por el estilo.
Creábamos nuestro propio espacio en los “clubs”, la casa de la abuela deshabitada que nosotros convertíamos en lugares para beber, fumar y fumar, achucharnos, escuchar la música que nos gustaba, lugares para hacer fiestas que se nos antojaban desenfrenadas y que el paso del tiempo le ha dado su verdadera dimensión, inocentes fiestas de adolescentes de pueblo que nos creíamos reproductores de la movida madrileña, cuyo conocimiento nos llegaba a través de las radiofórmula, o de míticos programas de TVE como la Bola de Cristal o La Edad de Oro. Había multitud de grupos, todos nos parecían grandes, transgresores, imprescindibles, pero con el paso del tiempo para mí quedó Radio Futura.

“Te veo bailar con pegatinas en el culo,
y mueves con tu ritmo la cara de tus fans”

“Y yo caí enamorado de la moda juvenil
de los precios y rebajas que yo vi
enamorado de ti”

“Nuestro amor era más grande que el de los mayores
que saben más como dicen las cosas de la vida
Ni los ángeles del cielo ni los demonios del mar
separarán jamás mi alma del alma de Annabel Lee”

“Vas por ahí sin prestar atención
y cae sobre ti una maldición.
En las piscinas privadas las chicas
desnudan sus cuerpos al sol”

“Dime dónde vas
Dime dónde vas
al caer el sol
por la puerta de atrás”

Tantas y tantas letras y sonidos y recuerdos y algún concierto, ya en mi etapa de Barcelona.
Estaba convencida de que tenía casi toda su discografía pero he comprobado que apenas tengo un par de CD’s y un vinilo, el de Veneno en la piel. Claro, el resto lo tenía en cintas (a ser posible TDK Chrome que son las mejores) que nos grabábamos unos a otros, cuando no había ESGAE ni ley Sinde y nadie se escandalizaba por ello, en un radiocasette de doble pletina, el colmo de la última tecnología. También tenia alguna cinta original que compraba por correo en el Discoplay, un mes desde que hacía el pedido por correo hasta que recibía el ansiado paquete por correo…














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