06 octubre 2006

El minibus

Ya os comenté la peculiaridad del bonobús de 9 viajes, pero nada os he dicho sobre los “autobuseros”, en concreto quiero hablaros de aquellos que conducen los minibuses que circulan por el Albayzín. Como el barrio tiene una orografía y un trazado urbanístico muy peculiares, es imposible que los grandes autobuses urbanos pasen por sus calles, así que una flotilla de minibuses recorre una y otra vez este laberinto de callejuelas y cuestas empedradas. Los conductores de autobuses en general componen una fauna peculiar en todas las ciudades del mundo mundial, son tan peculiares como las cajeras del DIA%, ¿quién no ha gozado alguna vez con su incomparable e imponderable dulzura? Muchas veces me he preguntado cuáles son los criterios de selección usados por esta cadena de cutremercados, debe ser algo así como: Imprescindible no tener experiencia, carencia total y absoluta de amabilidad y presencia desaliñada, se valorará un alto grado de desprecio por el cliente, al cual nunca se le dará la razón. Pero a lo que iba, los conductores de los minibuses. Algunos conducen de una forma tan endiablada que tienes la sensación de que en la siguiente revuelta vas a aparecer en el comedor de una casa: Hola buenas tardes, qué aproveche y perdonen las molestias. Los botes son constantes, si estás de pie das con la cabeza en el techo, si estás sentada te destrozas las almorranas. Los turistas se lo pasan en grande, ya sabemos lo boba que se vuelve la gente cuando está de vacaciones en una ciudad que no es la suya, la infantilidad les sale a borbotones por los poros, hace y dice cosas que no se atrevería en su vida cotidiana, pierde la vergüenza y cuando el minibús recorre el Albayzín bamboleándose sin control gritan y ríen y aplauden pidiendo más acción, el momento culminante llega cuando entra en la cuesta de la Lona, a la izquierda se puede contemplar toda la vega de Granada, una vista realmente bonita, pero ellos ni caso, esperan con la respiración contenida a que el autobusero suelte el freno y se inicie la caída en picado, como en una montaña rusa, el alborozo es general; luego, cuando se acerca al cruce con la cuesta de Alhacaba frena para girar inmediatamente a la izquierda y bajar otra vez a toda velocidad y al llegar a puerta Elvira todo vuelve a la normalidad, la gente ríe y comenta lo divertido que ha sido, todos menos quienes usamos con cierta asiduidad este transporte, ya que nuestra meta es llegar a destino sin haber echado la papa y sin ningún moratón. Claro que no todos los conductores son iguales, hace unos días me encontré con uno que era la amabilidad y la calma personificadas, los turista se quedaron un poco decepcionados, parece que se ha corrido la voz y todos quieren probar la subida de adrenalina que produce el minibús del Albayzín, sin embargo no lo consiguieron. Después de bajar la cuesta de la Lona el bus giró hacia la izquierda y si a alguien le quedaba la esperanza de hacer una bajada de vértigo en ese tramo la perdió al instante cuando el conductor paró, nada más girar, ante una pequeña tienda, de esas como las de antes en las que encontrabas de todo, el dueño del local salió con una bolsa que entregó al conductor y esté le pagó, ante la sorpresa de los pasajeros nos explicó que era su bocadillo, que para qué traérselo de casa si allí, por un buen precio, lo podía tener recién hecho; entre unos y otros explicamos a los turista extranjeros qué estaba pasando y el conductor fue muy aplaudido. Tranquilamente fue comiéndose su bocadillo mientras anunciaba cual era la siguiente parada y explicaba qué cosas de interés había por los alrededores. Estas cosas sólo pasan en Granada.

Para terminar: creo que mi clavel se mosqueó por lo que escribí de él y ha echado una hermosa flor, con tal de llevarme la contraria estas plantas mías son capaces de convertir mi apartamento en la selva negra.

1 comentario:

marmotilla dijo...

Autobuseros!! Fuente de inspiración!
Yo también escribí soobre su grandísima amabilidad hace algún tiempo...